¿Quién puede hablarle al poeta insensato,

ese molusco cuya demencia

lo hace escuchar voces de ya muertos

y moribundos, en las carretas

que inexorables los llevan a otra muerte?

 

Algo que ha aprendido. Nadie quiere

desnudar el terror que lo viste.

Muchos prefieren salir en viajes

de cobardes turistas gallináceos,

regresar, y de nuevo fugarse.

 

Éste se apega a su roca jornalera.

Permite que cualquier arena lo viole.

Se embriaga con algas alucinógenas.

Su semen proscrito produce la perla.

Ricardo Cavolo

Ricardo Cavolo