¿Quién puede hablarle al poeta insensato,
ese molusco cuya demencia
lo hace escuchar voces de ya muertos
y moribundos, en las carretas
que inexorables los llevan a otra muerte?
Algo que ha aprendido. Nadie quiere
desnudar el terror que lo viste.
Muchos prefieren salir en viajes
de cobardes turistas gallináceos,
regresar, y de nuevo fugarse.
Éste se apega a su roca jornalera.
Permite que cualquier arena lo viole.
Se embriaga con algas alucinógenas.
Su semen proscrito produce la perla.